Por María G. Erazo-Luna/ Entrenadora De Marca Empresarial y Autora
Todo hábito y acción trae consigo un beneficio instantáneo, pero también trae un precio que pagar. Cuando hablo con las personas sobre la eliminación de malos hábitos, lo primero que me dicen es: Pero María, yo sé que soy desorganizado, pero si vieras que yo siempre encuentro la solución a los problemas de último momento, soy muy creativo, me gusta improvisar porque así salen mejor las cosas. Por eso es que no he dejado de practicar tal hábito. Y cuando indagamos en el precio que se paga por la práctica de ese hábito, siempre la lista es mayor. Los beneficios de ser reactivos o desordenados nos traen consecuencias negativas mucho más graves de la satisfacción que nos traen los beneficios. Los malos hábitos que se practican en el ámbito laboral les causan pérdidas financieras a los negocios. Causan frustración entre los empleados. Causan cierres de empresas.
Todo hábito negativo, por pequeño que sea, trae consigo beneficios instantáneos, y un precio que pagar. Ese libro que no leíste, te permitió la satisfacción de disfrutar un programa de televisión, pero el precio que vas a pagar es no contar con los conocimientos necesarios que te permitan ganar más dinero. Comer comida chatarra más seguido de lo que deberías te trae satisfacción instantánea, pero el precio son las enfermedades que desarrollarás en el futuro. Esa clase o capacitación que necesitabas tomar, te ayudó a ahorrarte el dinero y el tiempo, pero el precio es que o contaras con el conocimiento para que lo enseñes a otras personas. Todo lo que hacemos en el mundo empresarial, es solucionar problemas, brindar beneficios. Y entre más capacitados estemos seremos más exitosos. Esta filosofía aplica también a nuestra vida personal. Te animo a que tomes control de tus hábitos, y cuando se te dificulte eliminar un hábito negativo, has una lista del precio que estas pagando por ello.
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